Sin saber como ocurre, vemos una imagen, escuchamos algo o simplemente leyendo se dispara nuestra fantasia, la excitación crece dentro nuestro sin poder evitarlo.
Esto sucedió, le pasó a G.
Y me lo cuenta al oido...
Los dos trabajábamos en una metalúrgica. Una vez nos mandaron a un local con un compañero a instalar una máquina.
Los almuerzos se desarrollaban en la parte menos sucia del lugar, sentados en el suelo y agotados por la actividad física.
Mi compañero un día me dice:
- Tengo miedo de que mi miembro se deforme.
- ¿Porqué? le pregunté intrigado mientras comía mi sandwich despacio para hacerlo durar.
- A mi mujer le gusta demasiado el sexo oral me dijo avergonzado.
- Que suerte tenés, le dije mirandolo con cierta admiración.
- ¿Pero mi pene no se moldeará sólo para que ella use su boca?, me preguntó mientras bebía gaseosa.
- 'El uso hace al órgano', cité no muy convencido. Pero no me preocuparía tanto, ¿vos notás algún cambio?
- No, pero hace mucho que sólo lo hacemos así, con su boca; ella dice que es su otra vagina...
- ¿Y se toma todo?, pregunté con algo de morbo.
- Sip, todo; dijo mirándome.
Esa noche me masturbé salvajemente pensando en la mujer de mi compañero. Aunque él no me dió demasiados detalles, como la conocía personalmente me la imaginé mirándome mientras hacía lo suyo arrodillada entre mis piernas. Y como sonreiría con todo mi semen en su boca.
Al otro día comíamos sentados en el suelo, más cansados que de costumbre; mi compañero carraspea y me dice:
- Anoche me hizo algo nuevo.
- ¿Nuevo? Le pregunté incitándolo a que siga hablando
- Si, me hizo sentar en la silla con las joyas de la familia colgando y el 'amigo' en su mano.
- Ahá, ¿y?
- Así me lamió con la lengua abajo de los testículos: ¡qué sensación! Me abrí más de piernas.
- Bueno, tu mujer es la octava maravilla del mundo; le dije temiendo que se enojara por el comentario.
- ¡Pará, no sabés lo que pasó después!
- ¿Qué paso? me había olvidado de comer por escuchar las confesiones de mi compañero.
- Como me puse muy al borde de la silla, su lengua me rozó 'allí', ¿comprendés?
- ¿El anillo de cuero?
- Aha, eso; me dijo mirándome.
- ¿Y?
- ¡Me encantó! Y ella se dió cuenta, así que me lamió un rato largo largo antes de dedicarse al final a mi miembro.
- ¡Uhhhhhhh! exclamé sin poder creerlo. Esperaba que mi compañero no notara mi erección bajo mi overall.
- Estoy muy preocupado, ¿sabés?
- ¿Porqué?
- Que te guste que laman allí, ¿no es de gay? me miró muy preocupado.
- No, no lo creo; le dije terminando de comer.
Pasaron muchos años antes de que eso que le hacían a mi compañero me lo hicieran a mí; espero que él la haya dejado meterle la lengua en el agujero prohibido; es magnífico.
Desde ese día cuando iba a comer a la casa de mi compañero y veía a su mujer tenía que disimular mi dolorosa erección.